El poder educativo es uno de los más destacables de este Programa, cuya correcta implementación desde el Estado asegura la construcción de valores de convivencia y responsabilidad ciudadana, y de empatía hacia perros y gatos.

El Municipio presente y cerca de los vecinos, dando un ejemplo de valoración y respeto, simultáneamente a la herramienta sin exclusiones para resolver el problema (el servicio de castraciones), generan un sistema educativo por inmersión: esto es, aprender a través de la experiencia.

Este modelo donde la teoría y la práctica se materializan en una política pública concreta y no excluyente, resulta en una experiencia transformadora para la comunidad, que modifica profundamente patrones de comportamiento.

Es por eso que este método de educación experiencial en el servicio, es el único que ha logrado construir de manera comprobada, esa responsabilidad que se espera de la comunidad. El impacto es inmediato, ya que se educa a la familia de manera integral, tanto a los niños como a los adultos que están a cargo del cuidado de sus perros y gatos, y el efecto ha sido notorio en el corto plazo, en todas las localidades del país que ya lo están implementando.

De ahí la importancia del entrenamiento de todo el equipo, ya que la accesibilidad del Servicio Público en todos los barrios, en la medida necesaria para cada comunidad, unida a la información y buen trato brindado a los animales y a las familias, serán clave en el factor educativo, y marcarán el cambio de hábitos que se espera de ellas. 

CUANDO EL ESTADO TRABAJA BIEN, LA COMUNIDAD RESPONDE BIEN.